Sunday, January 07, 2007

Pinochet-Saddam: una tonta comparación

CON MOTIVO DE la muerte del general Pinochet y del ajusticiamiento de Saddam Hussein, hechos que marcaron el cierre de año del 2006, algunos comentaristas excepcionalmente esclarecidos nos han presentado sus reflexiones en cuanto a "paralelismos", "analogías", o "comparativas" entre "ambos dictadores". Así quedan en evidencia falacias conceptuales increíbles, graves disfunciones de la memoria o simple deshonestidad intelectual. Se entiende que cuando uno ve las cosas de cerca le parezcan más grandes que cuando las ve a una gran distancia (en que parecen chicas), pero esto es sólo un efecto óptico, que cualquiera puede comprender, sea cual fuere su intelecto.

Por ejemplo, está el asunto de los números: al general Pinochet se le imputan alrededor de tres mil muertos, incluidos los desaparecidos, los que murieron en enfrentamientos y los que fueron asesinados, y de los dos bandos (la cifra exacta está en el Informe Rettig, aceptado por todos los chilenos), tres mil muertos en 16 años de dictadura.

Los muertos de Saddam, lo que se puede calcular conservadoramente, son NO MENOS de: 100.000 kurdos por el norte, más dos millones de refugiados; 150.000 chiítas por el sur, y más de 200.000 refugiados; y estos son civiles irakíes, no tengo la información de los muertos por las invasiones a Irán y Kuwait, que fueron tanto militares como civiles. Saddam utilizó contra todos ellos sus "armas de destrucción masiva", es decir las que tuvo a la mano: gas mostaza y bombas de racimo. En el momento de su caída tenía científicos trabajando en armas biológicas, dicho más claramente: ántrax y viruela (la viruela está erradicada del mundo y ya nadie se vacuna; sin embargo, en la Unión Soviética se dejaron cepas del virus con propósitos fáciles de imaginar, y de ésas obtuvo muestras Saddam, por intermedio de la mafia rusa, cuando la URSS implosionó). En el proyecto tenía trabajando a una de sus favoritas (también pariente) médico, microbióloga, especializada en Europa.

Cuando se vio perdido, Saddam no trepidó en incendiar todos los pozos de petróleo de Kuwait (y de Irak, todos los que pudo), y provocó el derrame intencional de petróleo más desastroso que se recuerda en el Golfo Pérsico. Parece chiste, pero los "ecologistas" han gastado mares de tinta en demonizar a Busch, pero nunca se acuerdan de estos atentados criminales de Saddam contra el medio ambiente. Este animal inició su "carrera política" como sicario; a los 21 años asesinó por encargo a un líder comunista rival de su jefe en el partido Baath (y tío suyo), y poco después intentó hacerlo con el jefe del gobierno de la época. Por estos "actos" fue juzgado y sentenciado a muerte, condena que eludió hasta la fecha. Llegó al poder mediante un golpe de estado en 1968, después de un intento abortado en 1963. En 1977, mediante un autogolpe se hace del poder absoluto, el que no suelta hasta ser derrocado en la cruenta Guerra del Golfo (II).

La historia del general Pinochet es diferente; El golpe de estado de 1973 fue (y hay que decirlo) pedido por la ciudadanía. El país entero se había botado en huelga para presionar por el derrocamiento del régimen del presidente Allende, que había destruido la convivencia civil (para saber más....); el Legislativo, la Contraloría y la Corte Suprema ya habían emitido sendas declaraciones solemnes en que en términos tácitos pero muy claros llamaban a las fuerzas armadas al derrocamiento, y la guerra civil ya era un hecho, como lo reconocían incluso algunos prohombres del régimen (por ejemplo, el ex Canciller Ameyda). En ese contexto fue la decisión de Pinochet: o encabezaba el golpe, o se mantenía leal al gobierno marxista iniciando así la guerra civil (lo que Allende esperaba), con la armada y la aviación ya sublevadas, y distintas unidades del ejército en proceso de sublevarse.

La situación descrita era apreciada por todos y es increíble la hipocresía con que ahora la niegan muchos actores, pero lo más ilustrativo es que todos los presidentes de Chile de la segunda mitad del siglo XX (con la excepción del derrocado, obvio, y del entonces ya difunto General Ibáñez), y lo repito ¡todos! apoyaron el golpe y aún más, lo agradecieron. Para que no queden dudas, los nombro (en orden de precedencia): el Sr. González Videla, el Sr. Alessandri Rodríguez, el Sr. Frei Montalva, el Sr. Aylwin Azócar y el Sr. Frei Ruiz-TagleTodos estos personajes (gobernantes elegidos entre 1946 y 2000) entendieron en su momento que se estaba ante una situación de guerra civil, la que sólo se podía evitar con el golpe militar (aunque después, alguno diga que se "equivocó medio a medio").

Aún más contrastante que la forma de hacerse del poder, resulta la forma de dejarlo: nadie de inteligencia normal podrá sostener que no hay diferencia entre una guerra y un plebiscito. Efectivamente, existe una diferencia abismal entre una dictadura que sólo se puede deponer por medio de una invasión internacional con guerra y miles de muertos, y otra que se somete voluntariamente a un plebiscito. Hay que hacer notar que el general Pinochet dejó el poder con un apoyo mayor al que nunca tuvo el presidente Allende (salvo en una elección de regidores), pero en las que importan, como la presidencial de 1970, Allende sacó 36%, y en la última parlamentaria (marzo de 1973), el gobierno obtuvo algo más del 40% (fraude incluido), y de este porcentaje, inferior al 44% de Pinochet en el plebiscito de 1988, Allende extrajo el desplante para sus altisonantes declaraciones de los últimos días: "no renunciaré ¡jamás!", o "sólo muerto me sacan de aquí" (amenaza que desgraciadamente cumplió).

Y también hay que decir lo que nadie dice: los tres mil muertos imputados a Pinochet son un precio bajo si se considera que evitó una guerra civil. Esto es un hecho doloroso, una verdad impronunciable, pero verdad al fin; también es un hecho que (salvo excepciones) en el mismo período los muertos por violencia política en los otros países del vecindario fueron más que en Chile. Sólo en Argentina se contabilizan entre 30 mil y 40 mil (es lo que dicen ellos); he leído un artículo de Silvia Banfield (sobre Pinochet) donde señala textualmente:" El General Augusto Pinochet encabezó una de las tiranías más aniquilantes de una sociedad en tiempos modernos. El saldo es conocido por el mundo y en especial por el humillado pueblo de Chile. Pinochet fue la metáfora del terror de Estado en los 70 y 80. "; esto viniendo de una argentina es una verdadera estupidez, porque en su país, y contemporáneamente, reinaba la junta de los Galtieris y Masseras, afiebrados belicistas que sólo deseaban una guerra "limpia" para tapar sus asesinatos (primero buscaron con Chile, pero a la postre optaron por las Malvinas, con las cosecuencias previsibles). ¿Acaso no lo supo?; en el Perú sólo es cuestión de contar los muertos que costó la "revolución" del Sendero Luminoso; En Nicaragua, Guatemala y El Salvador, Colombia y los otros países hubo también sendas revueltas, revoluciones, dictaduras, represiones etc. etc.

En cuanto a los legados: Supóngase que todo lo que se dice de Saddam sean mentiras inventadas por la CNN. Esto no parece tan inverosímil, si se analiza las toneladas de mentiras que se han inventado de Pinochet. Entonces habría que juzgar sólo a contar de los resultados:
Irak es hoy un país en ruinas que se desangra en una guerra civil demencial, con un gobierno que no logra consolidarse y ocupado por una fuerza invasora multinacional. Esta es la herencia de Saddam. Imaginemos por un momento lo que "pudo ser" Irak con toda su riqueza y un gobierno fuerte, pero distinto.
La "herencia" de Pinochet en cambio, es la democracia actual, basada en SU CONSTITUCION (que ahora lleva la firma de Ricardo Lagos,un socialista venido a social-demócrata, lo que da entre pena y risa) y en SU ECONOMIA, que todos critican pero que nadie ha pensado seriamente en cambiar.

También es cierto que Pinochet entregó un país muchísimo mejor que el que recibió, y esto es cierto para cualquier parámetro objetivo que se elija. Al momento se me ocurren tres: al asumir Pinochet, Chile tenía plusmarca mundial en inflación, y muy altas performances en desnutrición y mortalidad infantil. Al terminar la dictadura estos flagelos estaban superados y olvidados. En 1990 Aylwin recibió un país ordenado, restaurado, gobernable, creciendo y desarrollándose, con Congreso y Presidente electos, lo que suscitó la famosa frase de Carlitos Menem "quisiera yo, haber recibido un país así,..."; (no lo recibió, así que se tuvo que consolar con la diva chilena de la época).

No existe paralelo posible entre tres mil y treinta mil o trescientos mil, a menos que los muertos chilenos tengan mayor valor humano que otros; no existe analogía posible entre un plebiscito y una guerra; no existe comparación posible entre un país restaurado, ordenado y próspero, y los escombros de otro país. Los "paralelos", "analogías", o "comparativas" que quieran hacerse entre Saddam y Pinochet, además de innecesariamente injuriosas, están denotando miopía histórica o verdadera turbiedad intelectual.
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