Tuesday, March 06, 2007

El inútil Protocolo de Kioto

39 gobiernos elaboraron, en Diciembre de 1.997, en Kioto, Japón, el famoso Protocolo por el que se comprometían a llegar entre el año 2008 y el 2012 a una reducción total de sus emisiones de CO2 de un 5% con respecto a los niveles emitidos en 1990.
El tratado ha sido ratificado por la Unión Europea pero no por los Estados Unidos. Entró en vigor en Febrero del 2005, (por haberse alcanzado entre los firmantes el 55% de las emisiones globales), cuando por fin el gobierno de Rusia se decidió a ratificarlo.
Irónicamente el invierno boreal del 2005 ha sido uno de los más crudos de las últimas décadas, y las heladas que se dejaron caer en Moscú tuvieron a la ciudad con 30 grados bajo cero por períodos de 4 y 5 días, algo nunca visto.
Rusia, el país más helado del mundo, y el que sería más favorecido por el supuesto "calentamiento global" firmó el "protocolo" en medio de la helada más cruda de los últimos tiempos ¿Qué está pasando? ¿chiste? ¡Noooo! ¡Negocios!.
Los rusos heredaron una infraetructura ruinosa del fenecido imperio comunista, basada en instalaciones a carbón, que de todas maneras tienen que renovar, con o sin "protocolo", y además son productores y exportadores de gas natural, el combustible "limpio" con el que se reemplaza al carbón en una primera etapa. Siendo que la Unión Europea se compromete a reducir sus emisiones, deberán consumir más gas ruso, y a Putin no le desagrada la idea de tener a Europa dependiendo de Rusia (es decir, de Putin); ni el padrecito Stalin la habría hecho mejor.

A pesar de la controversia y de las dificultades, el Protocolo de Kioto en sí no es más que una humorada. En realidad resulta que la reducción requerida en el Protocolo es de poco más de 1.000 millones de toneladas, (un 5% de las emisiones de 1990), y eso es menos de la mitad de lo que la humanidad emite cada año sólo por respirar. De hecho, si se cumple la reducción original pactada, las estimaciones de los modelos no muestran consecuencias perceptibles sobre el clima.

Y no podía ser de otra manera: Kioto no es más que la primera fase de un plan político de otra índole donde convergen diversos sistemas de intereses que nada tienen que ver con el clima ni el medio-ambiente ni nada que se le parezca, porque en el fondo todo es negocios, nada más que negocios, como ingenuamente lo proclamó al mundo el propio Kofi Annan, en los prolegómenos de Nairobi:

Partes del discurso de Kofi:
"Hoy en día, la comunidad científica está cada vez más convencida de que la situación es alarmante. Muchos científicos están advirtiendo ahora que el calentamiento de la Tierra ha alcanzado niveles tan extremos que se corre el peligro de provocar una reacción en cadena que podría arrastrarnos hasta un punto sin retorno.
"Por su parte, las compañías aseguradoras han estado pagando indemnizaciones cada vez más importantes a los afectados por fenómenos meteorológicos extremos".
"Además, un número cada vez mayor de líderes empresariales e industriales han expresado preocupación por el cambio climático, que consideran un riesgo económico".
"Debemos centrarnos no sólo en los peligros, sino también en las oportunidades. Los mercados del carbono han alcanzado un volumen de aproximadamente 30 mil millones de dólares este año, pero su potencial sigue en gran parte sin ser explotado. El Protocolo de Kioto está en plena fase de aplicación, y comprende un mecanismo para el desarrollo limpio que podría generar 100 mil millones de dólares para los países en desarrollo. El estudio realizado por Stern sugiere que el mercado de los productos de energía de bajo contenido de carbono podría alcanzar un volumen de al menos 500 mil millones de dólares para el año 2050."

A la luz de estas declaraciones se puede ver más claro las cosas: cuando Kofi dice "la comunidad científica", está diciendo nada; los científicos son todos individualistas, algunos son honrados y otros no, todos sueñan con la gloria y la celebridad, (y el Nobel, ¿por qué no?), y todos andan necesitados de fondos para sus proyectos; en la historia de la ciencia hay más fraudes que los que uno pueda imaginar, y no es raro que muchos científicos se asocien a los políticos (que son los profesionales del fraude). No existe tal "comunidad científica", esa es un cuento más de Annan.
Cuando dice que "las compañías aseguradoras han estado pagando indemnizaciones cada vez más cuantiosas", hay que entender que las compañías están en su negocio, vendiendo cada año más y más caro, lo que es bueno para ellas, otro "beneficio" asociado al "calentamiento".
Cuando dice "un número cada vez mayor de líderes empresariales", sabemos a lo que se refiere: son los profesionales en hacer dinero, los que nunca van a salir para atrás, que se están empezando a subir al carro, porque el olfato les dice que hay mucho que ganar con este fraude.
Por si quedaran dudas, Kofi nos informa sobre como va el negociado de los bonos y sus proyecciones (al menos 500 mil millones de dólares para el 2050).

Por su parte, la burocracia internacional parásita enquistada en la ONU, (cuyo ejemplar más representativo es el propio Kofi), anda detrás de un premio más gordo aún: un impuesto global a las gasolinas, que iría a un fondo para ayudar a los "paises pobres" a "paliar los efectos del cambio climático", obviamente el fondo será administrado por la ONU. Un impuesto global a los pasajes de avión en el mismo sentido, y un impuesto global a las transacciones cambiarias (la famosa Tasa Tobin). Todo este "paquete" constituye el leit motiv del equipito de Kofi en la ONU.
El "protocolo de Kioto" es un caballo de Troya tan bien presentado, que aparentemente nadie pierde mucho y todos ganan algo (salvo Estados Unidos, obvio), incluso a la mayoría de los países chicos les basta con firmar y aplaudir, y con la esperanza de que algo les caiga con el negocio de los "bonos", pero con el tiempo se harán notar los verdaderos efectos y costos.
En primer lugar, en poco tiempo se convertiría en un freno para los emergentes, como China o India, que tendrían que sacrificar crecimiento para ajustarse a las reglas; esto no es menor: una economía emergente del tamaño de la China o India, es una gigantesca locomotora; un frenazo y los carros se estrellan (lo sabemos por la experiencia de la crisis asiática, que se originó en Hong Kong).
Además está el hecho de crear un mercado global sobre bienes imaginarios, sin valor real (los bonos de carbono son eso), es comparable a crear un mercado mundial con las indulgencias del Papa (como en la Edad Media); compra y venta de derechos de cometer algunos pecados para seguir pasándola bien, esto es algo ridículo pero peligroso: se está transando bienes ficticios; que no existen, no sirven para nada y no tienen ningún valor. Estos "bonos" serán sólo papeles, y su mercado será una burbuja que aunque tenga éxito inicial, alguna vez se reventará. Las economías de burbuja siempre terminan con crisis e hiperinflación. El resultado sería similar a la crisis bursátil de 1930, con todas sus consecuencias.

Si se piensa bien, la única manera factible de ajustarse a una iniciativa como la de Kioto sin cometer el más estúpido suicidio económico, sería apostar fuertemente por la energía nuclear. Y....claro, Europa Occidental tiene la tecnología necesaria para hacerlo ellos y exportar al mundo, ¿Se entiende? ¡Lindo Lobby!!!
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